El Nobel de la Paz para la Oil Petroleum Corporation
Las agencias de apuestas deberían hacer un catálogo de las condiciones que debe reunir un candidato/a a cualquiera de los Premios Nobel que entrega cada año la Academia Sueca. Como al parecer este tema atrae a muchos apostantes tendría éxito. Por si quieren algunas sugerencias les envío unas cuantas.
Que no se olvide que tanto los aspirantes como, por supuesto el ganador, han de ser aceptados por el establishment estadounidense, y que todos ellos deben reunir las siguientes condiciones: la primera: ser anticomunistas convencidos y militantes de la causa capitalista que incluye ser otanista y sionista. Con la misma convicción que las descritas han de haberse significado con anterioridad en el cumplimiento fiel de las instrucciones que hayan recibido de la CIA y que probaron defender apasionadamente en su anterior trayectoria política, moral, cultural, económica. Pero no es de segunda importancia que la tarea de esos posibles homenajeados procure buenos beneficios económicos a los EEUU, sobre todo a su casta dirigente y a las oligarquías que la dirigen.
Trump quiere el Nobel para alimentar su insaciable ego, pero directamente él poco iba a ganar -aparte del galardón económico- ni su país ni los gigacapitalistas que lo dirigen y de cuyos beneficios se nutren.
Comprendiendo esta breve ecuación no se pueden sorprender los que este año apostaron por Trump para ganar el galardón y se han encontrado con que se lo lleva una oscura política, apenas conocida fuera de su país, Corina Machado, que no tiene más mérito que el de haber despotricado continua y tenazmente contra el régimen bolivariano que Hugo Chávez Frías logró implantar en Venezuela, y que Nicolás Maduro y su equipo ha conseguido mantener contra todo pronóstico.
Las veces que he podido disfrutar en directo de la prosa y la oratoria de Corina he sacado la conclusión de que esta activista no tiene preparación política ni cultural que la acredite como merecedora de la confianza ni del pueblo ni de los dirigentes venezolanos. Y por supuesto tampoco la acredita para recibir un Premio Nobel de nada. Pero si es de la Paz todavía menos, ya que no ha ocultado, por el contrario ha presumido, que instaba al gobierno de EEUU a invadir Venezuela para eliminar, de una vez, el sistema socialista que mantiene Maduro, a pesar de la presión, las asechanzas y las sanciones que el imperio ha impuesto a todo país o empresa que se atreva a suministrar a Venezuela los insumos y repuestos de origen estadounidense que necesita su industria petrolera.
Y eso es precisamente lo que deseaba la oligarquía norteamericana. La vanidad y las pretensiones de Trump no aportan beneficios ni a las multinacionales y lobbys petroleros ni a la casta que domina el Departamento de Estado.
Pero el océano de petróleo sobre el que se asienta el país suramericano es objeto de deseo de cualquier potencia económica, y crucial en este momento, en que las guerras provocadas y libradas por EEUU en Ucrania, en Gaza, en Cisjordania, con extensión a Líbano y amenazas a todo Oriente Medio, que han provocado sanciones a Rusia y la quiebra del lobby petrolero, lo que necesitan Trump y su clan es el combustible venezolano.
Los apostadores por Trump como candidato al Nobel no tuvieron en cuenta estas condiciones ya que no aplican el método de conocimiento marxista y se dejan llevar por sus deseos y fantasías y no por el análisis materialista de la realidad. Así es cómo Trump divagó durante un tiempo con ganar ese premio que poco le iba a beneficiar.
Lo que es de temer a consecuencia de este desvergonzado apoyo de la Academia Sueca a esa Corina, representante de la oligarquía más retrógrada de América -latina, es el impulso que puede dar a los proyectos de ataque o invasión de Venezuela por parte del emperador estadounidense. La Oil Pretoleum Company que ha explotado los pozos de Maracaibo durante casi dos siglos, convirtiendo el lago negro en producto del que disponer impunemente, tiene ahora el camino libre para beneficiarse de la enorme riqueza de esa región.
Durante más de cien años Venezuela fue el patio trasero de EEUU, como otros países de América Latina, que disponía de las riquezas minerales del país como suyas propias. La nacionalización del petróleo, con otras medidas de la revolución, ha llevado a EEUU a imponer un bloqueo continuo de la economía de Venezuela que ha degradado gravemente sus recursos, cuando su producción de combustibles y minerales la convertiría en uno de los países más ricos del mundo.
Del mismo modo que a Cuba, con el bloqueo continuo de operaciones mercantiles, y que a Nicaragua, Panamá, Chile, todos los gobiernos estadounidenses han saboteado la producción de sus riquezas naturales, han organizado golpes militares e impuesto dictaduras para que cumplieran sus mandatos.
La misma política del imperio está imponiéndose en Venezuela donde su extensión y situación geográfica hace más difícil una invasión como en Panamá. Lo necesario para EEUU es derrocar al gobierno bolivariano, instalar nuevamente en el poder a la derecha decimonónica que eran los partidos “democráticos” anteriores al gobierno de Chávez, aunque se fingieran de izquierda como Carlos Andrés Pérez, miembro de la Internacional Socialista, el último presidente anterior a la revolución bolivariana, que acabó en la cárcel por corrupción. Sólo ellos entregarán nuevamente la enorme producción de los combustibles venezolanos a la Oil Petroleum Company que es una de las financiadoras de “los escuálidos”, las organizaciones de la derecha opositora a Maduro.
La Corina Machado es la representante de esa derecha oligopolista que lleva varias décadas esperando que le lleguen los recursos necesarios para acabar con el gobierno chavista. Durante un tiempo no han tenido condiciones para decidirse a tomar violentamente el poder como en otras ocasiones, pero ahora, con el apoyo de la Academia Sueca, que supongo habrán pagado bien, se sentirán con autoridad para llevar a cabo las amenazas de invasión que están repitiendo en las últimas semanas. La Oil Petroleum está ahora empoderada por el Nobel de la Paz.
Hoy es más urgente que nunca pronunciarse en apoyo al gobierno de Maduro y denunciar los planes estadounidenses de destrucción del sistema político de las fuerzas bolivarianas. Ese Nobel es el toque de alarma de bombardeos norteamericanos, como ya la aviación de USA ha asesinado a una docena de personas en las lanchas que navegaban cerca de la costa venezolana, atreviéndose a acusarlas de narcotraficantes cuando es internacionalmente conocido que el tráfico de drogas se produce en el Pacífico desde Colombia.
Pero no hay mentira que arredre a Trump, ni a sus seguidores y secuaces. Y aquí Europa, este jardín del mundo -dixit Josep Borrell- el paraíso de la libertad, la democracia, la igualdad, ha celebrado la concesión del premio a esa incompetente y zafia representante de la oligarquía venezolana, esperando recibir también los beneficios que le reportará ser lacaya del imperio estadounidense. Esta Europa que sigue siendo la virgen pálida y cobarde secuestrada por Zeus, es ahora una esclava inválida, impotente e incapaz de defender a los países invadidos por los depredadores sionistas y de América del Norte. Ni ha levantado un estandarte por Palestina ni levantará una voz por Venezuela. Nunca he sentido más vergüenza de ser europea.
Lidia Falcón Presidenta del Partido Feminista de España
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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección
