Por PFE

Que no se atrevan a profanar el Guernica en nombre del Imperio

La anunciada visita de Volodímir Zelenski a España y su encuentro con Pedro Sánchez frente al Guernica no es un gesto cultural ni un homenaje a la paz, sino la escenografía perfecta de la hipocresía imperial. Dos gobernantes subordinados a la OTAN pretenden apropiarse del símbolo más feroz contra la guerra para encubrir la sumisión de Europa a Washington. Si esa fotografía llega a producirse, será la certificación definitiva de que a Sánchez ya no le queda ni un átomo de dignidad, sólo la herencia servil de Suresnes y la obediencia del lacayo.

Lo que ha anunciado la prensa -que Zelenski vendrá a España para hacerse una foto con Pedro Sánchez delante del Guernica- no es una anécdota cultural ni una cortesía diplomática. Es el intento claro de la maquinaria atlántica de apropiarse del símbolo más potente contra la guerra que ha dado el arte europeo del siglo XX y vaciarlo de contenido para ponerlo al servicio de la narrativa de la OTAN. Y eso, para cualquiera que tenga un mínimo de memoria histórica, sólo puede producir indignación. Porque el Guernica no nació para servir de decorado a los gobernantes que participan en guerras por delegación, sino para señalar con el dedo a los culpables, a los que bombardean, a los que obedecen órdenes extranjeras, a los que convierten a su pueblo en carne de cañón.

Lo que veremos -si finalmente se atreven- es la escena perfecta de nuestro tiempo: dos dirigentes que dependen política, militar y económicamente de Washington y de su herramienta de poder más conocida como la OTAN, posando ante un cuadro pintado para denunciar el bombardeo de una población indefensa por parte de una potencia extranjera. ¿Hay mayor cinismo? ¿Hay una forma más descarnada de manipular la memoria de los pueblos? Picasso pintó aquel mural porque Alemania e Italia bombardearon Guernica con la complicidad de Franco; hoy se lo quieren colgar al cuello quienes aplauden el envío incesante de armas, quienes han bloqueado negociaciones de paz al poco de iniciarse la guerra a instancias del emisario británico de la OTAN, quienes han decidido que Ucrania no debía negociar porque el objetivo real no era la paz, sino desgastar a Rusia hasta el último ucraniano. Esa es la verdad que no cabe en la foto.

Y aquí entra España. Nuestro Gobierno -que se reclama progresista, feminista, defensor de la paz, europeísta y todas las etiquetas luminosas que se inventan para ocultar la realidad material- se ha alineado sin vacilación con la estrategia de Estados Unidos. No ha habido un solo gesto de autonomía, ni una sola palabra que dijera: “basta ya, queremos el alto el fuego, queremos volver a la mesa”. Nada. Sólo sumisión. Sólo docilidad. Sólo la voluntad de figurar en el álbum de familia del bloque atlántico. Pedro Sánchez ha elegido estar en la foto con Zelenski, pero en realidad la foto es con la OTAN, con el Pentágono, con las empresas de armamento que están haciendo su agosto con esta guerra. Y como toda operación propagandística necesita una coartada moral, han pensado que el Guernica -esa pieza que todo el mundo identifica con la víctima inocente- podría servirles para lavarse la cara.

Pero el arte no pertenece a los gobiernos del momento, pertenece a los pueblos. Y el pueblo español sabe -porque lo ha vivido, porque se lo han contado sus madres y sus abuelas- que las guerras no son epopeyas de libertad, sino negocios de los de arriba. Sabe que las grandes potencias nunca vienen a salvarnos, vienen a utilizarnos. Y sabe también que cada vez que España ha tenido la posibilidad de seguir un camino independiente, las élites políticas han preferido arrodillarse. Eso empezó en este PSOE, como bien sabemos, en Suresnes, cuando se aceptó que la izquierda española tenía que ser dócil, europeísta de salón, socialdemócrata domesticada y atlantista sin rechistar. De esa obediencia viene todo lo demás. Viene la España que manda tropas donde se le ordena, que hace de la bases americanas plataformas de guerra, que calla ante los crímenes del aliado, que convierte su política exterior en una simple prolongación de la estrategia de la OTAN, bajo el férreo control de Estados Unidos y sus oligarquías corporativas.

Que no nos engañen: si hoy Sánchez posa con Zelenski delante del Guernica no es porque le interese la paz, es porque le interesa seguir siendo útil al Imperio. Si le interesara la paz, habría denunciado que en abril de 2022 hubo una posibilidad de detener la guerra y que fue el bloque occidental, con Boris Johnson a la cabeza, quien ordenó seguir guerreando. Si le interesara la paz, habría exigido que la Unión Europea actuase como mediadora y no como beligerante por poderes. Si le interesara la paz, no habría convertido a España en un eslabón más de la cadena armamentística. Pero no le interesa. Le interesa la foto. Le interesa demostrar que es un socio fiable. Le interesa que le aplaudan en Bruselas y en Washington. Y para eso está dispuesto incluso a prostituir el sentido de la obra más antiimperialista que tenemos colgada en un museo.

Desde un análisis materialista de la historia esto se ve con mucha claridad: la guerra en Ucrania no es un cuento de hadas sobre un pueblo heroico que lucha solo por su libertad, es una confrontación entre bloques en la que el capitalismo occidental ha encontrado la ocasión de oro para relanzar el gasto militar, para disciplinar a Europa, para cortar lazos energéticos con Rusia y para hacer pasar como “defensa de la democracia” lo que no es más que defensa de sus mercados y agresión imperialista que  busca cercar y debilitar a Rusia para poder desmembrarla y expoliarla – siempre es lo mismo. Y en esa operación, las élites políticas locales cumplen la función de intermediarios: adornan con palabras progresistas una política que en el fondo es la de siempre, la del vasallo que se sabe vasallo. Por eso resulta especialmente insultante que se apropien del Guernica. Porque el Guernica denuncia exactamente eso: el sufrimiento del pueblo convertido en espectáculo, el dolor de las mujeres y los niños convertido en ruido, la guerra transformada en una cosa lejana que sólo afecta a los de abajo.

No nos digan que es un homenaje a la resistencia ucraniana. No nos digan que Picasso “también habría estado del lado de Ucrania”. No manipulen a los muertos. Si quieren homenajear a las víctimas de la guerra, que dejen de enviar armas y empiecen a enviar diplomáticos. Que retiren su apoyo a la estrategia de la OTAN de prolongar el conflicto. Que reconozcan que las sanciones han golpeado más a las clases populares europeas que a las rusas. Que admitan que Europa se ha disparado en el pie por obedecer a Estados Unidos y sus élites. Eso sería coherente con el Guernica. Lo otro es pura propaganda.

Y llegamos al punto que te interesa subrayar: la dignidad. A los gobernantes se les puede perdonar un error, una mala decisión, incluso una cobardía puntual. Pero lo que no se puede perdonar es la exhibición orgullosa de la sumisión. Si esta foto se llega a materializar, si vemos a Zelenski y a Pedro Sánchez en el Reina Sofía, serios, tal vez con gesto compungido, quizá hablando de “nuestros valores europeos”, entonces podremos afirmar sin titubeos que la poca dignidad que todavía le quedaba al presidente español se habrá evaporado. Quedará desnuda la continuidad histórica: de Suresnes al Guernica, de la renuncia a la independencia política a la renuncia a la memoria de las víctimas. Y quedará demostrado que, como los dirigentes que le precedieron, Pedro Sánchez no pretende representar a un pueblo soberano, sino ejercer de encargado local del orden imperial, de administrador diligente de las decisiones que se toman lejos de aquí. Un vulgar lacayo, sí, heredero directo de aquella tradición de sumisión que se estrenó en los años 70 y que hoy pretende, encima, disfrazarse de antifascismo pictórico.

Si algo nos enseñó Picasso es que el arte puede decir la verdad cuando los gobiernos mienten. Hoy nos toca a nosotros decirla. Y la verdad es que el Guernica no puede ser el biombo que oculte una guerra imperial. No en nuestro nombre. No con nuestra historia. No frente a la memoria de los que murieron bajo las bombas.

Lidia Falcón – Presidenta del Partido Feminista de España

CONCENTRACIÓN CONTRA LA VISITA DE ZELENSKI A MADRID Y CONTRA EL FASCISMO

CONCENTRACIÓN CONTRA LA VISITA DE ZELENSKI A MADRID Y CONTRA EL FASCISMO 

🗓 18 noviembre 2025
🕛 12 h
📍 Plaza de Juan Goytisolo (frente Museo Reina Sofía)

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Convoca: La Plataforma de Madrid Contra la OTAN y las Bases

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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección