Los regalos del Gobierno
Lidia Falcón – Los regalos del Gobierno – El Común
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Cuando estuve en Jordania, el guía turístico nos llevó a ver el Palacio Real en Amman. Frente a una de las puertas del recinto de seguridad que rodea el enorme edificio, y en toda una avenida, se extendía una larguísima cola de personas. Preguntado el guía a qué se debía, nos explicó que una vez a la semana el monarca recibía a sus súbditos y estos le explicaban sus problemas y le hacían peticiones que sus edecanes apuntaban. No supimos si después la Casa Real cumplía con lo solicitado. Me recordó los cuentos de las Mil y Una Noches y el Ladrón de Bagdad, entre otros relatos que forman la simbología y la cultura de Oriente, donde un monarca benéfico, preocupado por el bienestar de su pueblo recoge personalmente las peticiones, uno por uno, de sus súbditos y la satisface.
En la Argentina de Domingo y Eva Perón era famosa la generosidad de la pareja gobernante. Los “descamisados”, los trabajadores que formaban el grueso de sus seguidores, aparte de los pequeños burgueses rebeldes que los creyeron revolucionarios y les apoyaron, le escribían miles de cartas a Eva pidiéndole desde una bicicleta a un empleo, que la mandataria se apresuraba a facilitarles.
En estos tiempos, que yo creía tan diferentes, nuevos, posmodernos y digitales, en la España miembro de la Unión Europea, que presume de disfrutar de una democracia avanzada y consolidada, los dirigentes políticos, en tiempos electorales, actúan como los reyes orientales y los populistas argentinos.
Pedro Sánchez ha prometido avalar el 20% de la compra de primera vivienda a los jóvenes y familias con un límite de ingresos. Además, ha anunciado que financiará el 50% del Interraíl para los jóvenes este verano, y bonificará el 50% de los viajes en AVE para que los jóvenes recorran España. Estos nuevos regalos se unen al bono cultural de 60 euros para los jóvenes y a la entrada de cine un día a la semana a un euro de coste, para los mayores. La cesta de regalos se está llenando desde hace un tiempo, en vistas a un adelanto electoral que al final se ha cumplido.
Ya sabemos, por la continua propaganda que hace del tema Yolanda Díaz, que gracias a ella se ha subido 11 euros el salario mínimo interprofesional, se ha aprobado la reforma laboral que garantiza contratos fijos y jornadas correctas, con el recuento de las horas extraordinarias, se ha aprobado el salario mínimo vital y se han subido las pensiones. El gobierno asegura que la ley de vivienda recién aprobada es la más protectora de los inquilinos. Y el gran premio: la oferta de entregarles a los que cumplan 18 años una “herencia universal”, según explica la propia Yolanda, de 20.000 euros para que inicien su vida adulta con un capitalito.
Estamos en el Bagdad del siglo VIII o en la Jordania del siglo XX. Aún más parecida a la Argentina peronista.
Mientras las promesas de regalos se acumulan, los votos no acuden como esperaban a las urnas del PSOE ni de Podemos. Los últimos resultados han sido desoladores para esas formaciones que se autocalifican de izquierda, incluida Izquierda Unida.
Informaciones publicadas cuentan que el salario mínimo, que prometió Sánchez que beneficiaría a un millón de personas, solamente se ha repartido a cincuenta mil. Cuentan las dificultades que padecen los posibles beneficiarios para solicitarlo y probar que les corresponde y que entran en la franja de los previstos, por la barrera que suponen las interminables gestiones a que obliga la Administración, especialmente las digitales, sobre todo para los mayores, o incluso de la ignorancia de los interesados sobre este beneficio, por falta de información institucional
El último éxito del presume el gobierno triunfalmente es que en este mes de junio el paro se ha reducido en 50.000 personas, con lo que la cifra total es la más baja desde 2008, inferior, en unos miles, a los 3 millones de siempre.
Pero al mismo tiempo, la información oficial nos dice que la tasa de paro en España, en 2022, no desciende del 13%, mientras la media en Europa es el 6%. La tasa de los hombres menores de 25 años (28,9) es la más alta de todos los países de la UE-27 y casi superior al doble de la media de UE-27 (14,6). La de las mujeres es del 30,8 y ocupa el segundo lugar más alto, por debajo de Grecia (38,8) y más del doble de la media de UE-27 (14,5). Tenemos 1.624.000 mujeres en paro, y la mitad con titulaciones superiores.
Un comentarista que defendía la labor del gobierno decía, con comprensión, que eso era natural en España, que siempre ha sido así, confirmando el refrán español de que “el que no se conforma es porque no quiere”.
La brecha de género (mujeres-hombres) entre mujeres y hombres de 15 y más años en España, ha aumentado en este mismo periodo, pasando de 3,3 puntos en 2017 a 3,5 en 2022 (frente al 0,6 y 0,7 puntos, respectivamente, en la UE).
Tampoco las otras cuentas resultan satisfactorias: hemos perdido 5 puntos en la valoración de la capacidad lectora de los niños; la ratio de las clases no baja de los 30 alumnos por clase; los profesores se quejan de todo: del número de escolares que no pueden atender, de los bajos salarios, de la interinidad de su puesto, del poco aprecio que los gobiernos tienen por su labor; el abandono escolar, el más alto de Europa, se mantiene; la Universidad pública está en la miseria y la degradación, según cuentan los catedráticos, mientras las tasas de matriculación suben cada año; el subempleo de licenciados y masterizados es permanente; tenemos los salarios más bajos de Europa después de Grecia y la eventualidad de los contratos se mantiene, sobre todo en la Administración Pública, donde hay médicos que llevan 30 años de interinos. Las jornadas laborables interminables no suponen que haya aumentado la producción, y la deuda pública y privada es estratosférica, que el gobierno –este o el otro- piensa enjugar con los fondos europeos, porque desde luego con los beneficios de la producción es imposible, y no será con los impuestos a los ricos y las multinacionales que siguen siendo mínimos.
Aquellos que se dejen entusiasmar con las medidas prometidas por este gobierno de “izquierda”, se engañan, porque “los árboles no les dejan ver el bosque”.
No sé de dónde piensan Sánchez y Yolanda Díaz obtener el dinero para pagar la cesta de regalos que anuncian cada día, porque en España no hay sectores de producción para ello. Asesinada la industria sidero-metalúrgica, cerradas las minas, liquidados los astilleros, sacrificada la ganadería de altura, teniendo los agricultores que soportar la competición desleal e ilegal de Marruecos –que impone a España sus condiciones-, el PIB español está asentado en esa industria insegura y variante que es el turismo, que destroza el medio ambiente y embrutece a visitantes y habitantes, y enormemente frágil, puesto que depende de la situación internacional, en estos convulsos tiempos de pandemias, guerras y sublevaciones.
España ya ha recibido una regañina de la maestra Europa por no reciclar bastante y convenientemente los residuos; el agua es insuficiente por las condiciones climatológicas, pero además un 30% se pierde en los conductos por falta de reformas, arreglos y mantenimiento. La mitad de España está vacía porque allí no hay cómo ni dónde ganarse la vida: la provincia de Soria tiene el índice de población de Laponia: 1 habitante por kilómetro cuadrado.
Cuando después de 37 años de gobierno socialista Andalucía ha caído en manos del Partido Popular, incluso VOX fue en esa región donde salió a la superficie, quizá el PSOE debería preguntarse por qué. Y si en las municipales y autonómicas los votos se amontonaron en los partidos de derecha y ultraderecha, que gobiernan ahora regiones tan emblemáticas como Valencia y Extremadura, Podemos, Izquierda Unida, Más País, Compromís, los Comunes y tanti cuanti, deberían también reflexionar sobre lo que han hecho tan mal en estos años de sus gobiernos para que los pacientes y resignados votantes españoles les abandonaran.
Que además esos partidos posmodernos y “progres” hayan dedicado tantos esfuerzos a imponernos la doctrina queer, mientras nunca ha entrado en su agenda abolir la prostitución ni prohibir los vientres de alquiler y la pornografía, mientras la violencia contra la mujer alcanza los niveles más altos del siglo, no ha contribuido a ganarse el voto femenino.
Quizá los regalos que en estos últimos meses ha prodigado el gobierno no han sido suficientes para convencer a la ciudadanía de que votándoles ganarían en calidad de vida, como no lo serán las promesas de futuro, y los ciudadanos estén desconfiados de tanta cháchara que augura la felicidad, sin que vean mejorar la sanidad pública ni bajar los precios de la comida ni de la electricidad ni de la vivienda. Y cuando la realidad inmediata es bastante mala, la esperanza se deposita en un señor de orden como Feijoó o en un salvador de la patria como Abascal, para que les salve de la precariedad, la inseguridad del futuro y la decepción de las promesas escuchadas.
O las formaciones que se auto sitúan en la izquierda hacen una verdadera autocrítica y aceptan la realidad para reelaborar su estrategia y sus objetivos, o nuevamente se instalará el gobierno de la derecha y retrocederemos al siglo pasado. Como en la condena de Sísifo, el feminismo tendrá que retomar la ascensión de la montaña, cuarenta años después de la Transición.
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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección