La ignominia de las naciones democráticas
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dirigido por EEUU, Francia, Reino Unido, Italia, ha declarado que el plan de Marruecos de anexionarse el Sáhara occidental, en el eufemismo de convertirlo en una región autónoma, es la mejor solución al conflicto que prolonga desde hace medio siglo. Con ello contradicen la declaración de 1975 cuando reconociendo que era una colonia española se planteaba la obligación de la nación colonial de convertirlo en un Estado independiente después de un referéndum de autodeterminación.
El voto favorable a esta declaración de las naciones consideradas las más democráticas del mundo vuelve a mostrar cómo el término democracia es un constructo teórico que no contiene ninguna de las cualidades y virtudes del sistema que se supone inventado por la Grecia antigua. Y no nos informan de cuánto ha pagado el monarca autócrata de Marruecos para que se le entregue, como si fuera una mercancía, el territorio del Sáhara occidental que hasta 1975 fue una provincia española. Y con él los miles de habitantes que requieren un territorio para llevar adelante la construcción de un Estado saharauí en el que se reunirían los miles refugiados en los campamentos argelinos, que viven en condiciones infrahumanas.
Las infamias que cometen cotidianamente los gobiernos llamados democráticos, se repiten desde 1939 en que el Reino Unido entregó los Sudetes checos a Hitler, como si fuese propietario de la región. Con la excusa de preservar la paz. De la misma manera que instalaron el Estado de Israel asesinando y desplazando a los palestinos de su tierra milenaria. Como le dijo Churchill a Chamberlain: “Habéis entregado vuestro honor para evitar la guerra. Ahora habéis perdido el honor y tendréis guerra.” Y hoy una más en el convulso panorama internacional entre Marruecos y el Sáhara.
Advertido nuestro presidente Pedro Sánchez por los servicios secretos estadounidenses de que debía aceptar la exigencia de Marruecos, se apresuró a decir que la autonomía era la más práctica solución al conflicto que provocó la cobarde huida del Ejército español en el momento de agonía de Franco. Sin plantear en el Congreso de Diputados semejante cesión de un territorio que había sido español durante más de un siglo, sin consulta popular, parece que incluso a espaldas de su partido. Y esa miríada de grupúsculos políticos que se autodenominan de izquierda, en los que se apoya Sánchez para sacar adelante sus proyectos ejecutivos y legislativos, sigue tan callada e indiferente a la tragedia Saharaui como respecto a otras tales como el apartheid de las mujeres en Afganistán, la represión machista en Irán o Arabia Saudí y el genocidio de Palestina. Con la complicidad de los medios de comunicación, cómplices necesarios de todos estos crímenes.
Lo que era impensable bajo la dictadura, que el gobierno español entregara amablemente a Marruecos los miles de kilómetros del Sáhara español, con sus minas de fosfatos, costas atlánticas y caladeros de pesca, y cien mil personas que penan su destino de haber nacido en esa región del planeta desde hace medio siglo, se ha producido en esta perfecta democracia que nos trajo la Transición, y que tanto se alaba en nuestro país y en el concierto internacional que sigue sumisamente las órdenes del imperio del mundo.
Hace medio siglo no hubiéramos creído que tal situación pudiera producirse, y mucho menos un vez concluida la dictadura. Y hace medio siglo yo no hubiera sospechado que alcanzado el gobierno el PSOE fuera capaz de entregarse sumisamente a las exigencias de Marruecos, ya reinstaurada la democracia que tan sangrientamente nos arrancaron los fascistas y este Ejército que únicamente supo huir espantado de la farsa de la Marcha Verde, envolviendo las armas en la bandera española.
El Frente Polisario y el pueblo saharaui recomenzarán la contienda bélica, y los fabricantes de armamento aumentarán sus beneficios, mientras España y su gobierno contemplan indiferentes la nueva masacre en nuestras fronteras de los que fueron nuestros conciudadanos. Y no nos informarán de cuanto se han lucrado Pedro Sánchez y sus ministros cumpliendo las órdenes del Departamento de Estado de EEUU, con el aplauso del Consejo de Estado de Naciones Unidas, sin que ninguna de las naciones que lo componen se sienta avergonzada de esta nueva traición que suman a su ya infame trayectoria histórica en la Guerra Civil española, en el abandono de las mujeres afganas e iraníes, en el genocidio de Gaza, en la represión, muerte y exilio de los palestinos. Y estamos hablando de las democracias occidentales. Que como Europa, según dixit Josep Borrell, son el jardín del mundo. No puedo imaginarme que sería de este mundo si esas democracias fuesen dictaduras.
Lidia Falcón – Presidenta del Partido Feminista de España
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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección
