Por Partido Feminista

¿Es realmente Rusia una amenaza para España?

La Internacional Fascista avanza! Europa aprueba gastar 800 mil millones en armamento. España, representada por Pedro Sánchez se muestra conforme y aportará 22.000.000 a la hucha común. Españolitos que estáis en el mundo, ¡os guarde Dios! No tendréis vida suficiente para pagar esas cantidades. Y mientras ahorráis para cumplir el mandato europeo, preparaos para participar en la III Guerra Mundial que están organizando las grandes potencias capitalistas del mundo. Almacenen suministros de emergencia como aconseja Bruselas. Y entrenen a sus hijos de 18 años para cuando sean llamados a filas, según el plan de Macron de enviar 30.000 efectivos de varios países al ejército ucraniano.En estos tiempos de propaganda belicista, donde los medios repiten como papagayos las consignas dictadas por la OTAN y por Washington, se impone una pregunta esencial: ¿es Rusia realmente una amenaza para España? ¿O estamos, como tantas veces a lo largo de nuestra historia, siendo arrastrados a conflictos que no nos pertenecen, por intereses que tampoco son los nuestros?

La ayuda de Rusia a España: memoria y gratitud

El 17 de octubre de 1936, apenas tres meses después del golpe de Estado franquista, llegaron al puerto de Cartagena los primeros buques soviéticos con armas y pertrechos destinados a la defensa de la Segunda República. Fue el inicio de una ayuda militar y logística sin la cual, según reconocen numerososhistoriadores, la República no habría podido resistir el embate fascista durante tres años. La URSS envió más de 1.000 aviones, 350 tanques, 1.500 cañones, millones de cartuchos y gran cantidad de equipamiento (Beevor, La Guerra Civil Española).

Además, más de 2.000 asesores y técnicos soviéticos colaboraron directamente en el frente y en tareas logísticas. Mientras tanto, Francia y Reino Unido firmaban el vergonzoso “Pacto de No Intervención” (1936), una farsa diplomática que en la práctica dejó a la República sola frente a las fuerzas del Eje. Alemania e Italia apoyaban abiertamente a Franco con tropas, aviones y armas, mientras los aliados “democráticos” miraban hacia otro lado.

No olvidemos tampoco a los más de 3.000 niños españoles acogidos en la URSS entre 1937 y 1939, conocidos como los “niños de la guerra”, quienes fueron alimentados, educados y protegidos durante décadas. Muchos de ellos regresaron años después a una España ya transformada. Esta ayuda no fue ni pequeña ni interesada: fue un acto de solidaridad internacionalista que contrasta con el cinismo de las potencias occidentales.

El verdadero intervencionismo: EE. UU. y Reino Unido

A partir de la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo con el inicio de la Guerra Fría, España fue reconvertida en un peón estratégico de Estados Unidos. En 1953 se firmaron los Pactos de Madrid, mediante los cuales se instalaron bases militares estadounidenses en Rota, Torrejón, Zaragoza y Morón. A cambio de ayuda económica y reconocimiento internacional, España se convirtió en una plataforma militar al servicio de los intereses norteamericanos.

Posteriormente, la entrada de España en la OTAN en 1982 -contra la voluntad de amplios sectores de la población- culminó este proceso de subordinación. Aunque el referéndum de 1986 fijó condiciones para mantenernos en la Alianza (no incorporación al mando militar integrado, reducción progresiva de presencia militar estadounidense), lo cierto es que dichas condiciones han sido sistemáticamente ignoradas o diluidas.

¿Quién defiende realmente a España dentro de la OTAN?

La pregunta se vuelve urgente cuando observamos que territorios como Ceuta, Melilla o las Islas Canarias no están explícitamente protegidos por el artículo 5 del Tratado de la Alianza. Es decir, en caso de agresión marroquí, la respuesta colectiva no está garantizada.

Marruecos: el socio de Washington que mira hacia Ceuta y Melilla

Marruecos ha planteado reiteradamente reclamaciones sobre Ceuta, Melilla y las Islas Canarias, alentando incluso movimientos secesionistas en estos territorios.

Además, desde la firma de acuerdos estratégicos con EE. UU., Israel y la OTAN, ha reforzado su papel como gendarme del norte de África. En 2020, Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Marruecos estableciera relaciones diplomáticas con Israel —una muestra clara del papel de Washington como mediador oportunista que comercia con territorios ajenos.

Por si fuera poco, Marruecos ha sido clasificado por EE. UU. como “Major Non- NATO Ally” (Aliado Principal fuera de la OTAN), lo que implica cooperación militar preferente, acceso a tecnología y armamento avanzado y una posición privilegiada en la geopolítica regional. Mientras tanto, España recibe lecciones de “compromiso atlántico” mientras su integridad territorial sigue desprotegida.

Gibraltar: una colonia británica en suelo español

Desde 1704, el Reino Unido ocupa el Peñón de Gibraltar, en abierta violación de la integridad territorial española. El Tratado de Utrecht, que supuestamente legitima esta situación, fue firmado en condiciones de guerra, y no otorga al Reino Unido soberanía sobre el istmo ni le permite transformarlo en una base militar o financiera, como ha hecho. Ni mucho menos la base de operaciones de narco tráfico y contrabando en que se ha convertido con total impunidad.

Gibraltar no solo es una anomalía colonial: es un paraíso fiscal, un centro de blanqueo y evasión, y una base militar de la OTAN estratégicamente ubicada en la entrada del Mediterráneo. La negativa del Reino Unido a negociar su devolución contrasta con su pretendido compromiso con “el orden internacional basado en normas”.

¿Rearme europeo o expolio encubierto?

Y mientras los supuestos aliados perpetúan estas injerencias y ocupaciones, Bruselas nos exige obediencia militar. La Unión Europea ha anunciado un fondo de 800.000 millones de euros para el rearme, supuestamente para hacer frente a la “amenaza rusa”. Pero ¿quién se beneficiará realmente de esa cifra descomunal?

Desde luego, no los trabajadores europeos ni las economías domésticas. Ese dinero será desviado a las grandes empresas armamentísticas -en su mayoría estadounidenses- que dominan el mercado militar global.

Se trata de una transferencia de renta brutal desde los sectores públicos, los servicios sociales y los bolsillos de las clases populares hacia los dividendos de Lockheed Martin, Raytheon y compañía. Una nueva forma de saqueo, en nombre de la “seguridad”, mientras millones de ciudadanos sufren inflación, recortes, desempleo y precariedad. Y de paso, como en toda guerra, se reactiva la economía estadounidense a costa de la nuestra.

Conclusión: ¿miramos al Este o al Oeste?

En este contexto, demonizar a Rusia y presentarla como una amenaza para España no solo es falso: es peligroso. Rusia no ocupa territorio español, no subvierte nuestras instituciones, ni exige que enviemos tropas a guerras lejanas. Por el contrario, sí lo hacen EE. UU. y Reino Unido, y sí lo podría hacer Marruecos con el aval de sus aliados. Como bien dijo Henry Kissinger, “ser enemigo de Estados Unidos es peligroso, pero ser su amigo es catastrófico”. España lleva más de medio siglo pagando el precio de esa amistad. Ya va siendo hora de preguntarnos si realmente estamos en el bando correcto.

Porque si alguna amenaza existe para nuestra soberanía, no viene del este. Viene del oeste. Y del sur.

Madrid, 7 de abril 2025.

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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección