El nazismo otra vez en Europa
El nazismo otra vez en Europa – Noventa años más tarde de que se instalaran los campos de concentración nazis, la Europa democrática, construida sobre las ruinas que dejaron las guerras y convertida en el modelo de sociedad democrática, liberal, avanzada culturalmente, igualitaria y justa, “El jardín del mundo” como la calificó Josep Borrell, está organizando las operaciones de deportación de miles de personas a otros países, fuera de la bendita Unión Europea, para internarlas en campos de concentración y así librarse de ellas.
Ya sabemos que Giorgia Meloni -nuevamente un gobierno fascista en Italia- ha concertado esta operación con el gobierno de Albania; Rishi Sunak, presidente del gobierno británico, va a enviar, como si de mercancías se tratara, a los emigrantes “ilegales” -ya sabemos que hay seres humanos legales e ilegales- a Ruanda, país que como sabemos es un modelo de democracia. El gobierno de España negocia con Túnez y otros países africanos, las cantidades con las que evitarán que sus habitantes se lancen al Atlántico para intentar llegar a Canarias, aunque sean muertos.
El comercio transatlántico de esclavos constituyó la mayor deportación de personas de la historia. Comprendiendo desde el siglo XVI hasta el XIX, involucró varias regiones y continentes: África, Norte y Sur de América, Europa y el Caribe; y resultó en la venta y explotación de millones de africanos por europeos.
España fue el último país en abolir la esclavitud. El 4 de julio de 1870, hace 150 años, se promulgaba en España la Ley preparatoria o de abolición gradual de la esclavitud, conocida también como “Ley de vientres libres” o “Ley Moret”.
Desde el siglo XV, el imperio español secuestró, transportó y esclavizó a millones de africanos, hombres, mujeres y niños, utilizándolos en los cultivos agrícolas, en las minas y en el servicio doméstico. A la vez, y sobre todo, se apropió de las riquezas naturales del continente. Las enormes riquezas que posee África han sido expoliadas por los países europeos durante cinco siglos. Y cuando, después de la II Guerra Mundial, la ONU decidió aprobar el derecho de autodeterminación de las colonias con la independencia de los movimientos de liberación que la reclamaban, dejó un continente dividido en territorios de falsas fronteras, que han provocado guerras internas exterminadoras -véase Ruanda con los hutis y los tutsis-, que todavía continúan, donde se instalaron las grandes multinacionales del mundo para seguir esquilmando el continente…
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Lidia Falcón O’Neill es autora de numerosos artículos, que pueden consultarse en la siguiente dirección