INFORME DE LA COMISIÓN POLÍTICA DEL PARTIDO FEMINISTA DE ESPAÑA, EN EL PLENARIO DEL 8 Y 9 DE JUNIO 2019.

Por Cristina Serrano

INFORME DE LA COMISIÓN POLÍTICA DEL PARTIDO FEMINISTA DE ESPAÑA, EN EL PLENARIO DEL 8 Y 9 DE JUNIO 2019.

 

         Queridas camaradas, nos reunimos hoy para celebrar el Segundo Plenario de nuestra Comisión Política de este año 2019, teniendo que dolernos de los 22 asesinatos machistas de mujeres y 4 de niños que se han cometido en los primeros cinco meses. Por ellas, por ellos, por todas las mujeres víctimas de maltrato, de violaciones y abusos sexuales, guardemos un minuto de silencio, en modestísimo y sentido homenaje.

Hoy nos toca realizar una reflexión profunda sobre los últimos acontecimientos políticos en nuestro país, después de la celebración de diversas convocatorias electorales con los resultados que ya conocemos. Como Partido Feminista de España debemos analizar detalladamente la situación  política en que nos encontramos, al ser una organización aliada con IU y situada en el campo de la izquierda marxista en nuestro país.

La pérdida de 1 millón de votos en las elecciones generales, y de 900.000 en las elecciones municipales, autonómicas y europeas,  por parte de la coalición Unidas Podemos, formada por varias organizaciones entre las que se encuentran Podemos e Izquierda Unida, que a su vez reúnen diversos partidos políticos, nos tiene que llevar a una reflexión serena y nada complaciente de la labor que se ha hecho por parte de esa marca electoral durante los últimos cuatro años.

La pérdida de votos tiene causas muy visibles. Podemos y especialmente su líder, Pablo Iglesias, ha estado dando bandazos ideológicos y estratégicos durante todo este periodo de tiempo, a veces con pocas semanas o días de intervalo. Comenzó su andadura política después de las elecciones europeas de 2014, despreciando a IU y a los comunistas, llamándoles pitufos gruñones, asegurando que se habían instalado en la queja y en la marginalidad. El definía a Podemos diciendo que no eran de izquierda ni de derecha.  Cambiaron el lenguaje marxista por una nueva  terminología posmoderna, aprendida de Laclau. Para ellos ya no existen las clases ni la lucha de clases, ahora todos somos gente. La explotación capitalista se ha trasmutado en los de arriba y los de abajo, los de la casta y la gente común. Iglesias al principio negó que la República fuera una reivindicación imprescindible, asegurando que el pueblo español no la reclamaba. Protagonizó escenas ridículas como cuando le regaló al rey la serie televisiva Juego de Tronos. Una de las escenas más memorables fue cuando después de las elecciones del 20 de diciembre de 2015, convocó una rueda de prensa, mientras Pedro Sánchez estaba visitando al rey, para exigir ser el vicepresidente del gobierno y reclamando los ministerios de Justicia, Interior, Defensa, el CNI y la televisión.

Podemos nunca se ha enfrentado con la Iglesia Católica, y no sólo jamás ha puesto en cuestión nuestra pertenencia a la OTAN y las bases militares estadounidenses sino que tiene como uno de los dirigentes de su partido al general Julio Rodríguez, jefe de Estado Mayor del Ejército que diseñó la invasión y bombardeo de Libia. Y cometió la torpeza de imponerlo como cabeza de lista por Almería de la coalición Unidos Podemos en las elecciones de junio de 2019. El rechazo de los militantes de IU a semejante candidato llevó a que hiciéramos campaña en contra de nuestra propia lista electoral y naturalmente no salió elegido. Después lo intentó nuevamente en Zaragoza con el mismo resultado. Ahora está en Madrid, como dirigente de la organización.

Iglesias, en la sesión de investidura de Pedro Sánchez, después de las elecciones del 20 de diciembre de 2015, acusó al PSOE de ser el partido de “la cal viva”. Pocos meses después se declaraba socialdemócrata, también, a intervalos asegura que son peronistas.

En los temas feministas, Carolina Bescansa en sus primeros tiempos como dirigente de Podemos afirmó que el aborto no entraba en los planteamientos de la organización porque no era un tema político de Estado. Se muestran favorables a legalizar la prostitución, aceptan la pornografía y sólo en los últimos tiempos se han pronunciado contra los vientres de alquiler.

A estos bandazos ideológicos se le añade una absoluta falta de organización y de disciplina en el partido, formado por gentes de aluvión, sin preparación política ni deseo de adquirirla, que actuan con total inmadurez. Los militantes que han hecho la campaña electoral en toda España han sido mayoritariamente de IU, que a su vez se encuentran ajenos a las estrategias de la dirección, molestos con la compañía de los podemitas y muchas veces enfrentados a ellos.

Cómo la política de IU ha sido someterse a las órdenes y deseos de Iglesias, los militantes de IU están cada vez más desanimados y desmotivados. Las defecciones son continuas, hasta llegar al desastre de que las doce dirigentes más veteranas del Área de la Mujer la dieron por disuelta en noviembre de 2018, muy poco antes de las elecciones andaluzas.

En Andalucía Teresa Rodríguez del Partido Anticapitalista, es decir trostkista, impuso al coordinador de IU, Maíllo, una nueva alianza con un nuevo nombre, Adelante Andalucía, alejándose de la dirección nacional. Esa marca no se conoció apenas, las siglas de los partidos que la componían, Podemos, Izquierda Unida, Equo, no eran visibles en la propaganda ni en las papeletas. El resultado electoral ya lo conocemos. Dejo muchos detalles por mor de la brevedad. Lo que ha sucedido en las últimas consultas electorales lo relatarán las coordinadoras de cada territorio.

Lo patético es que esta táctica que pretende ser integradora, transversal, popular y universal, para superar la que consideran sectaria y restringida de IU, no ha servido para aumentar ni el número de militantes ni de votantes ni se ha ganado la simpatía popular.

Nosotras como Partido Feminista de España nos hemos pronunciado repetidas veces en contra de la alianza de IU con el partido político Podemos. La última en la Coordinadora de IU donde expuse que había sido un error coaligarnos con esa formación. Recordé que desde el Frente Popular en 1936, las coaliciones entre diversas formaciones de centro y de izquierda no habían servido para conseguir la aceptación ciudadana y aumentar el voto. Por el contrario, en cada una de las convocatorias en que la izquierda había intentado una alianza para arrastrar más votos y derrocar a la derecha había salido perdiendo. El Partido Socialista se presentó en coalición con el Partido Comunista en 1996 y la suma de los votos de los dos partidos fue menor que cuando se presentaron por separado. En 2016 IU lleva adelante la unión con Podemos con el nombre de Unidos Podemos y pierden 1 millón 200.000 votos respecto a la anterior convocatoria del 20 de diciembre de 2015. Y cuando en diciembre de 2018 se organiza la alianza entre Podemos e IU en Andalucía con el nombre de Adelante Andalucía, vuelven a perder cerca de 1 millón de votos y tres diputados.

La alianza última con la marca Unidas Podemos- el femenino del nombre corresponde a una paternalista concesión a las críticas que las feministas realizamos del anterior, Unidos Podemos, que nos ignoraba- vuelve a repetir la experiencia de comprobar que cuando formaciones diferentes, con programas y militancia muy distintos intentan convencer a la ciudadanía de que el gobierno conjunto les será más favorable, solamente consiguen desanimarla y que el resultado electoral sea peor que cuando se presentan por separado.

Esta reacción tiene su causa en que los votantes de las diferentes formaciones de izquierda apoyan la ideología, el programa y el trabajo realizado por sus dirigentes, y cuando ese programa se diluye en las concesiones realizadas para llegar a un acuerdo con otras formaciones, los votantes se desaniman y se inhiben. En resumidas cuentas las alianzas políticas deben llevarse a cabo después de las elecciones.

La situación actual es de una enorme incertidumbre e inseguridad, con la casi total certeza de que en la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento va a gobernar la derecha. Del mismo modo que se han perdido para la izquierda 10 comunidades autónomas y más de la mitad de los ayuntamientos en los que teníamos representación.

Sin embargo los análisis o declaraciones que han estado haciendo los dirigentes tanto de Podemos como de Izquierda Unida después de las elecciones muestran un triunfalismo que no es digno de un análisis de izquierda, así como insensibilidad total a los llamamientos y reclamaciones que hacen los diversos militantes para que se cambien los las conductas y decisiones en los que se ha errado.

Como dice en un artículo Sato Díaz en el diario Cuarto Poder,  “los resultados de las generales del 28 de abril y de autonómicas municipales europeas del pasado 26 de mayo muestran una evidencia: el debilitamiento del espacio a la izquierda del PSOE de Unidas Podemos con respecto al anterior ciclo electoral”, y la solución que siguen proponiendo tanto Alberto Garzón como Pablo Iglesias es la unidad. En la colegiada de IU del lunes 3 de junio pasado, Alberto Garzón ha planteado “reconfigurar el espacio político a la izquierda del PSOE”, y “mejorar la coordinación con Podemos, estableciendo canales permanentes de discusión orgánica conjunta”. Garzón explica que esta estrategia puede tener múltiples cristalizaciones, “desde un frente amplio hasta un modelo tipo Barcelona en Común o sencillamente una simple mesa de coordinación entre ambas organizaciones. “.

La ambigüedad calculada con que se expresa la propuesta, para no provocar el rechazo de los militantes, forma parte también de esta estrategia de eufemismos e hipocresías con que el dirigente lleva cuatro años disfrazando su verdadero propósito: disolver IU en una nueva formación con Podemos que no sé si llevará el mismo nombre o buscarán alguno de los calificativos imaginativos con que nos han obsequiado en los últimos años las formaciones políticas del cambio: Ganemos, Somos, Leganemos, Ahora Madrid, Más Madrid, Los Comunes, Las Mareas, Compromís, etc.

Ya sabemos que la unidad de la izquierda es el deseo permanente desde hace 80 años de las diversas formaciones políticas que se encuentran en esa trinchera, y que parece inalcanzable. Ese fue el principal motivo por el que el Partido Feminista pidió el ingreso en la coalición de Izquierda Unida, en vez de permanecer en el aislamiento que habíamos sufrido durante muchos años, ya que el Movimiento Feminista, que tenía que ser nuestro principal apoyo, no tiene madurez suficiente para comprender que debe transformarse en una fuerza política.

Teniendo en cuenta que bajo la dictadura  fui detenida en la Jefatura de Policía de Barcelona durante tres días y pasé seis meses en prisión por editar un boletín clandestino, que titulé La Verdad, es siempre revolucionaria, frase de Antonio Gramsci, en el que pedía la unidad de los partidos comunistas, que en 1972 ya sumaban siete u ocho, ha sido siempre una constante ambición  que la izquierda aglutinara toda su fuerza en un solo partido, o al menos en un movimiento cohesionado y con un programa común  para enfrentarse a las fuerzas de la derecha tan poderosas. El ejemplo vivo y exitoso es el del gobierno de Portugal.

Pero como ya he comentado, las experiencias que han llegado a ser realizadas, dejando aparte los numerosos intentos fracasados, nos muestran que hay muchas dificultades en ese camino emprendido.

La miríada de partidos comunistas, trostkistas, socialdemócratas, de cambio, asambleístas, llenan un vademécum en toda España. La multidivisión es surrealista. En Barcelona un partido llamado Decide, que se califica de socialdemócrata de centro, ha obtenido 97 votos. En Granada el Partido Socialista Libre Federación cuenta con 460 votos. Recortes Cero, Izquierda en Positivo, Actúa, son algunas de las otras formaciones que han reunido unos cuantos miles de votos.

¿Cómo entender que  Podemos e IU, juntos, hayan obtenido únicamente el 1,6% de los sufragios, cuando en 2015 Izquierda Unida sola alcanzaba el 4,7%, pasando de 1.057.212 votos hace 4 años a 364.370 en la actualidad? ¿Cómo explicar que Podemos adopte diferentes nombres en sus listas según las  ciudades o comunidades, que desconciertan al votante porque hacen imposible su identificación ideológica? ¿Cómo convencer a la ciudadanía de que elija unas marcas con unos seudónimos de las que no conoce la procedencia?

¿Y qué conclusión sacar que de “las ciudades del cambio”, como tan pomposamente se denominaron, incluidas Barcelona y Madrid, las formaciones políticas con variadas y banales denominaciones que se reunían bajo el frondoso árbol de Podemos,  únicamente hayan retenido Cádiz después de sólo 4 años de gobierno, y por un miembro del Partido Anticapitalista, que es la antítesis de IU? ¿Cómo explican que en 2015 en la ciudad de Valencia había tres concejales de la marca de Podemos que respondían al nombre de Valencia en Común y que en 2019 no haya sido escogido ninguno de ellos? ¿Que en Castilla León, comunidad y ciudades, haya prácticamente desaparecido Podemos y que en Zamora el alcalde de Izquierda Unida haya obtenido la mayoría absoluta, presentándose independiente de Podemos?

¿Cómo explicar que se presenten a elecciones en Madrid 8 listas a la izquierda del PSOE? Otras 8 en Zaragoza y Valencia, 12 en Barcelona, 10 en Gran Canaria, 6 en Sevilla, 5 en La Coruña, por seleccionar solo algunas de las grandes ciudades, ya que en toda España se multiplican las ofertas electorales que se reclaman a la izquierda del PSOE. El despropósito es tan grande que gracias a la ley electoral que tenemos se han presentado 1500 listas electorales en toda España, bastantes compuestas a su vez por varios partidos, en  las que la izquierda participa en una buena proporción.

Como dice el alcalde de Zamora, José Guaridó, Podemos e IU son dos izquierdas diferentes. Debería suscitarse un profundo debate sobre qué es la izquierda y en qué se distingue de la derecha. Teniendo en cuenta que en la campaña electoral ninguna de las formaciones de la izquierda que se han presentado con muy diversos nombres ha introducido en sus discursos los temas fundamentales de una izquierda que no abandone sus principios por pactar con el capital: la permanencia en la OTAN, la relación del Estado con la Iglesia Católica, las relaciones con la Unión Europea, y por supuesto, como reivindicación irrenunciable la reclamación de la tercera República. Ausencia de estos temas que IU ha mantenido en los mítines, manteniéndose en un silencioso segundo plano para no molestar a su aliado principal que es Podemos y que parece dirigir los destinos de la formación.

El diagnóstico fundamental que hay que realizar respecto al fenómeno Podemos es el de que este se halla dirigido y formado por la pequeña burguesía ilustrada, a semejanza de lo sucedido en la rebelión del mayo francés de 1968. A diferencia de aquel, que desapareció ante la represión de De Gaulle, el 15 M español fue aprovechado por los profesores de ciencia política de la Universidad Complutense que con buena percepción vieron la posibilidad de transformar la indignación y la actividad de las asambleas populares en un partido político.

Pero como el discurso que domina después del posmodernismo es el de que ya no existe la división entre izquierda y derecha, que la manera de atraer a los votantes es no hacer referencia a la lucha de clases, que los políticos voceros del capital aseguran que ha concluido, y que para obtener el éxito electoral hay que ser transversal, término acuñado en los últimos tiempos para atraer la afección de muchos sectores sociales, independientemente de su adscripción de clase y de su ideología, Podemos se ha sumado entusiasmado a esta propaganda, realizada en términos publicitarios.

Como dice Daniel Innerarity, “la mayor aportación del 15 M ha ido en la línea de una espectacularización de la política, mientras que la ambición de cambiar el modelo productivo o regenerar la vida política sólo se ha podido traducir en reformismo socialdemócrata o en la resignación ante la inevitable condición humana. El problema es que hoy, añade, más que estrategias de cambio, lo que tenemos son gestos improductivos, una agitación que es compatible con el estancamiento, escenificaciones sin consecuencias, impulsos estériles, falsos movimientos, la política sufre actualmente un peculiar trastorno bipolar porque es capaz de ilusionar a mucha gente hasta hacerles perder el sentido de la realidad, de manera que en poco tiempo después se convierten en unos decepcionados que regresan a la melancolía de la vida privada”.

Daniel Innerarity reclama que se aborden los principales problemas que continúan esperando, algunos de los cuales estuvieron completamente ausentes en los debates electorales (cambio climático, Europa, crisis demográfica, cuestión territorial), por supuesto no menciona las cuestiones que afectan a la mujer, y tampoco los desafíos que tiene pendiente todavía el Estado español para enfrentarse a la Iglesia Católica, plantear la salida de la OTAN y de las bases militares norteamericanas y por supuesto seguir reclamando la República que tan sangrientamente nos arrebataron.

Esta es una parte del análisis que habría que realizar en colectivo, si realmente tuviéramos una izquierda marxista, activa y preocupada por dilucidar los desafíos políticos y sociales ante los que nos enfrentamos y encontrarles vías de resolución. Es imprescindible que exista un movimiento comunista que se base en los principios y las categorías ya consolidadas de la lucha de clases y del enfrentamiento con el capital. Cualquier otra distracción de los temas, con discursos benévolos y limitados a pequeñas reivindicaciones inmediatas como hace la socialdemocracia, anulará la posible fuerza que pudiera tener la izquierda revolucionaria, dará nuevamente ánimo a sectores populares para que sigan reuniéndose en las asambleas y los círculos, haciéndoles perder el sentido de la realidad como dice Daniel Innerarity, y nos conducirá a la desaparición del Partido Comunista de España, y a una situación similar a la que rige en Italia, donde la mayoría del espacio político lo ocupe un movimiento populista sin objetivos claros ni estrategia y donde los partidos de ultraderecha xenófobos puedan crecer, perdida la esperanza de parecernos más a Portugal.

Sin embargo, el informe político-electoral que envía IU se muestra satisfecho de los resultados electorales de las Comunidades, ya que se han logrado dos diputados en Madrid, donde no había representación de IU, 1 en Rioja, 2 en Valencia, 1 en Baleares y 1 en Extremadura, con lo cual argumentan que cuando se presentan en confluencia con Podemos salen ganando.  Aunque se hayan perdido 3 en Asturias, 1 en Navarra y 1 en Castilla León, dejando sin presencia institucional a Izquierda Unida en esas comunidades. Mientras Podemos y Equo pierden 9 diputados por Castilla León, los 3 que tenían en Castilla La Mancha y los 4 concejales de la ciudad de Burgos. De lo que se infiere que es cierto el refrán que afirma que el que no se conforma es porque no quiere.  

En estos últimos días me ha llegado la información de que Alberto Garzón se pronuncia públicamente por una relación más estrecha con Podemos, con diversas fórmulas: colaboración, coordinación, coalición, comisión de entendimiento. Todos los eufemismos con los que en un ejercicio reprobable de hipocresía quiere dulcificar el propósito que le guía: liquidar IU y fusionarla con Podemos, con ese u otro nombre. Propósito que ya había anunciado hace un par de años y que fue refrendado por Iglesias, aunque no se ha llevado a cabo completamente, no sé si por la resistencia que observaron en la base de la organización o por dificultades con los de Podemos.

Contra este objetivo, que parece definitivo, se han pronunciado algunas organizaciones de IU, que envían diferentes manifiestos pidiendo la celebración de una Asamblea Extraordinaria para decidir el futuro de la formación. Me llegan los documentos desde varias federaciones y desde la Asamblea de Independientes, que parecen ser los más activos dentro de IU. Pero esta iniciativa de convocar una asamblea extraordinaria para tratar la crisis de Podemos y pedir que nos separemos de ellos adolece de una enorme ingenuidad. Lo peor que nos puede pasar es que IU convoque la asamblea y ganen los postulados de la dirección, como ha sucedido con todos los referéndums que han realizado. O se organizan los opositores en un grupo de presión que logre llevar a la asamblea un número importante de activistas dispuestos a votar contra los designios de Alberto, o les derrotarán. Qué más quiere la dirección que ganar una asamblea con sus tesis, como lo lograron en junio de 2016, donde las representantes del Partido Feminista nos quedamos solas votando contra la propuesta de convertir IU en un movimiento político social, lo que ha permitido que se disolviera el Área de la Mujer y que hayan salido muchos militantes desencantados. Desde hace varios años intento ponerme de acuerdo con los y las militantes que están en desacuerdo con las decisiones de Garzón y cía, y nunca han querido reunirse conmigo. O se crea ese lobby opositor que exija una votación presencial, nada de votaciones digitales que siempre se falsifican, y tienen interventores en las urnas, y se hace una buena campaña entre las organizaciones para que vayan a votar, o lo perderán,  y con ella el futuro de IU.

Pero en las prospecciones que he realizado con diversas responsables de IU en varias provincias he observado que existe mucho desánimo en las bases e incluso en los cuadros medios. No parece que sea posible lograr coordinar a las diferentes federaciones para exigir una Asamblea Extraordinaria con los propósitos que se presentan y ganarla. Lo más probable es que o no se realice o que si se logra convocar la gane el aparato de la organización.

Después estas consideraciones generales sobre este periodo poselectoral en que vivimos, tengo que informaros del trabajo y la situación en que se encuentra el Partido Feminista en España.

Al contrario de lo sucedido en IU, nosotras hemos crecido en militancia de una manera exponencial. Precisamente la crisis de IU y del Partido Comunista está atrayendo a nuestro partido a numerosos hombres y mujeres que desean encontrar una organización marxista, que mantiene el análisis materialista de la realidad, que utiliza las categorías marxianas para analizar la situación actual, y que se muestra unida, bien organizada, sin escisiones internas y que defiende los intereses de las clases trabajadoras y de las mujeres, cuya lucha ha logrado un evidente protagonismo.

Tenemos grupos del partido en varias ciudades de España y nos hemos visibilizado notablemente. Ha sido fundamentalmente por el trabajo continuo y tenaz de nuestros militantes especialmente en diversos territorios como Canarias, Madrid, Andalucía, Valencia y hasta en Cataluña, donde es bien difícil implantar un partido político de izquierdas feminista que no sea independentista.

El freno lo ha puesto nuestra alianza con IU que a su vez está dependiendo ideológica y estructuralmente de Podemos. Por ello no ha sido posible llevar adelante la presentación electoral de nuestra lista en Sevilla ni en Almería, y en Canarias donde nuestra camarada María Jesús Fernández ganó las primarias para presentarse al cabildo de la isla, el sabotaje continuado de IU, que boicoteó la campaña electoral, no permitió que ganara el escaño.

Pero aun así el esfuerzo de tantas ha fructificado. Que en Torrelodones Paola Martínez fuera la segunda en la lista electoral al Ayuntamiento por IU; que en Sevilla se haya creado una asamblea de 600 militantes entre IU y el Partido Feminista que se han opuesto a la lista oficial de la dirección de la organización y la acusan de haber falsificado las primarias, por lo que  tienen planteado un recurso judicial; que en Málaga se esté pensando en organizar una candidatura del Partido Feminista para las próximas elecciones, y que en Gran Canaria nuestra camarada y coordinadora de las Islas, Marichú Fernández, haya sido cabeza de lista a la candidatura al Cabildo y Felipe de la Nuez y Marichú quinto y sexta al Ayuntamiento de Las Palmas; que en Palma de Mallorca nuestra camarada Sonia Vivas haya ganado una concejalía en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca,  y que exista una demanda generalizada en unos sectores del Movimiento Feminista para que tengamos independencia y nos presentemos con una candidatura propia en la próxima convocatoria electoral, demuestran que el Partido Feminista crece y no es irrelevante en la izquierda española.

¿Cuál ha de ser nuestra estrategia a partir de ahora? ¿Este resumen de lo acontecido en el periodo electoral nos tiene que inducir a separarnos de Izquierda Unida, como instan algunas voces dentro y fuera del Partido? Analicemos un momento el papel que ha cumplido la izquierda en estas elecciones. La ley electoral D’Hont prima de forma exponencial a las formaciones con más votos, de tal modo este año la media de votos por escaño al Parlamento Europeo ha costado 450.000.

En estas últimas convocatorias se han presentado varias listas que se autoproclaman feministas. La más veterana, Iniciativa Feminista, que se postula desde hace años a las elecciones europeas ha obtenido, por tercera vez, 30.000 votos en toda España, lo que indefectiblemente la ha dejado fuera de conseguir ninguna representación cuando un escaño en la Cámara de Estrasburgo cuesta de 280.000 a 650.000 votos. Un partido, Feminism8, se ha presentado en Tenerife con el resultado de 560 votos. Otras activistas que con diversas formaciones se postulaban como feministas, en Barcelona y en Granada, no han pasado en el primer caso el filtro de las firmas y en el segundo no han logrado más que 400 votos. El episodio más patético ha sido el de Plazandreoak, en San Sebastián, que después de presentarse durante 20 años a las elecciones municipales, en esta ocasión no ha podido hacerlo porque no ha encontrado ninguna compañera más joven que quisiera ser cabeza de lista. Ese mismo rechazo y cobardía es el que ha impedido que en Málaga y en diversas poblaciones de Valencia se presentaran listas feministas.

Es decir, que las activistas se muestran despectivas con el Partido Feminista porque está aliado con IU, y esta con Podemos, pero cuando otras compañeras se lanzan a la competición en solitario tampoco las votan. Si la ingente cantidad de gente que se manifiesta los 8 de marzo eligieran a las formaciones feministas estas serían hoy un fuerza política indiscutible. La falta de apoyo del Movimiento Feminista a las listas que se han presentado, después de que una parte de él, muy activa en las redes, ha estado criticando agriamente nuestra relación orgánica con IU, deja sospechar que lo mismo sucedería con el Partido Feminista si se presentara solo a las elecciones.

No se comprende cual es la estrategia que pretende el MF, como  tal, para los próximos años. Alejado, y hasta enfrentado, en su inmensa mayoría, a los partidos políticos, sus acciones se limitarán a las conocidas manifestaciones y asambleas, rechazando el compromiso electoral. Lo que el Partido Feminista pronosticaba ya en los años 80: que sin una fuerza política feminista en las instituciones el avance de nuestras reclamaciones se detendría y en según qué momentos retrocedería, se está cumpliendo.

.Hemos fracasado rotundamente en detener la violencia machista, que ha aumentado; la ofensiva de los maltratadores y violadores es cada vez mayor y tienen como buena aliada una parte de la judicatura, y en los temas laborales, salariales, económicos y en la influencia política no hemos avanzado un ápice. Mientras, la mafia prostituidora es cada vez más fuerte e influye muy determinantemente en ciertos partidos políticos y en la conducta de los gobernantes municipales, especialmente en Barcelona y en Madrid. Y el infame comercio del alquiler de úteros de mujeres pobres continúa y aumenta.

A estos objetivos del Capital y el Patriarcado, que operan  impunemente en España, puesto que nos dominan con su poder, el Movimiento Feminista sólo sabe oponerse con una pancarta en la calle. Si después de las grandes demostraciones de fuerza que han sido las manifestaciones del 8 de marzo no se ha notado en ninguna institución, Parlamento, Senado, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos,   mejora alguna de la situación de la mujer ni cumplimiento por parte de los partidos políticos de las demandas que el MF le ha presentado, convertidas las fechas conmemorativas en otros días de fiesta, al estilo del Orgullo Gay, es evidente que el MF no saldrá de la irrelevancia.

En este momento se nos plantea un otoño de 2019 con muchísimos proyectos que tendremos que exponer y analizar aquí después de los informes de nuestras coordinadoras de diversos territorios. Según hemos anunciado en el orden del día.

Es imprescindible que decidamos cuál es justa participación en los grupos feministas que actúan como asociaciones apolíticas y se muestran muy hostiles a nosotras con un discurso apartidista. También habremos de plantear antes de terminar la mañana de qué modo hemos de utilizar las redes sociales. Introduzco aquí este tema, adelantándolo según el orden del día, porque algunas camaradas que tienen que irse estaban interesadas en participar en la exposición y el debate.

Nuestro trabajo, en Madrid, en Torrelodones, en Barcelona, en Vilafranca del Penedés, en Valencia, en Murcia, en Málaga, en Sevilla, en Granada, en Almería, y sobre todo en Gran Canaria y en Las Palmas, ha sido constante, tenaz, regido por el entusiasmo y la convicción de que el Partido Feminista tiene que convertirse en la vanguardia de la izquierda en España. Tenemos organización en estas ciudades y simpatizantes en Asturias, en Bilbao, en Vitoria, en Soria, en Salamanca, en Palencia, en Valladolid, en Burgos, en Aranda de Duero, en Miranda de Ebro. Es el resultado de cuatro años de labor intensa, de viajes constantes, de encuentros siempre amistosos y cercanos con militantes de IU,  comunistas y feministas y con mujeres y hombres sin militancia pero deseosos de apoyar un proyecto de feminismo radical.

Asimismo hemos estado en todas las convocatorias feministas, manifestaciones del 8 de marzo, del 25 de noviembre, en las comisiones conjuntas con otras asociaciones para llevar adelante un programa común en cuanto a la abolición de la prostitución, la prohibición de los vientres de alquiler y la pornografía, la denuncia del abuso sexual de los niños, la tortura que supone para las madres la custodia compartida con padres pederastas y maltratadores, la participación en todas las convocatorias de reclamación de las trabajadoras de la limpieza, de la agricultura, de los hoteles, y la presencia continuada con nuestros folletos y pancartas en las calles de diversas ciudades.

Es indudable que el Partido Feminista tiene una presencia importante en la vida social, feminista, cultural y mediática de nuestro país. Ahora es preciso que la tenga también en la vida política. Para ello necesita que aumente su censo. Cada una de sus militantes tiene que atraer a otras a sus filas, debe hacer una continuada propaganda, no solo a través de las redes sociales, sino en el contacto diario con las mujeres y los hombres de nuestras ciudades. Hay que recorrer los barrios y acercarse a las clases trabajadoras. Tenemos que tener más obreras en nuestros listados y en nuestras asambleas. El Partido Feminista no puede ser sólo un partido de señoritas universitarias. Nosotras hemos de convencer a los obreros y a las mujeres de la limpieza, a las trabajadoras del sector textil y de la agricultura, de las oficinas y del servicio social a los ancianos y a los niños, de que somos su partido. Solamente expandiéndonos en los diversos sectores de producción, demostrando que las defendemos, que sus problemas son nuestra preocupación, que el feminismo no está reducido a las demandas LGTB o a la exigencia de abolir la prostitución sino que es un partido de clases trabajadoras explotadas por el Capital y oprimidas por el Patriarcado, podremos convertirnos en un partido influyente en la vanguardia de la izquierda.

Ahora pasarán las coordinadoras de las diferentes regiones a exponernos su informe del trabajo realizado en este segundo trimestre del año 2019.

Muchas gracias por vuestra atención.

Madrid, 6 junio 2019.

 

LIDIA FALCÓN, PRESIDENTA DEL PARTIDO FEMINISTA DE ESPAÑA.